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I´M LOBBYING YOU

Disonancias éticas y estéticas displicentes

Esto no pretende ser más que un acto de amor

 

 

Disparador y exc(l)usa: el proceso de inclusión de la danza en la universidad

Cuestión de fondo: los modos de generar transformaciones a través del ejercicio de prácticas de insurgencia amorosas.

 

Estado de situación: Las  posibilidades de la danza como agente transformador y dignificador se ven cercenadas por ciertas prácticas y posturas políticas que favorecen la segmentación y la marginación. Se escuchan discursos que rechazan las búsquedas estéticas de la danza contemporánea desde un lugar conformista sin que exista una contrapartida clara que procure acercamientos o entendimientos. Estas expresiones son sutiles y están enmarcadas contextos específicos pero inevitablemente tienen consecuencias en la percepción de este campo de conocimiento, horadando lentamente una disciplina que ha sido ya bastante bastardeada.

Sin bien puede considerarse un gran avance la implementación de carreras en el SODRE y el IPA, la falta de discusión y participación real del medio en la elaboración de sus programas conlleva a la perpetuación de prácticas que lamentablemente fomentan la elitización.  A pesar de que los llamados han sido públicos y han existido instancias abiertas a toda la población, la educación formal continúa reservada a un grupo de individuos selecto, filtrado a través de pruebas de ingreso.

La razón aparente es la falta de recursos y locaciones, pero este problema responde a que el foco programático de estas carreras apunta a la tecnificación, dejando de lado otros procesos asociados a la danza con efectos mucho más inclusivos.

Por todo esto se vuelve imprescindible y urgente establecer nuevos relacionamientos desde y con las instituciones públicas y en particular generar un espacio de investigación y crecimiento académico dentro del ámbito universitario donde no imperen lógicas tecnicistas y excluyentes.

A pesar de muchas muestras de buenas intenciones y apoyos institucionales, aún no se ha logrado una articulación fructífera que finalmente de lugar a una licenciatura en danza en línea con los preceptos de la Universidad de la República.

Más allá de la comprensión de que estos procesos requieren su tiempo, la sensación general al respecto es de cansancio, estancamiento y frustración.

Ante esta situación se pueden hacer muchos cuestionamientos a quienes tienen en sus manos la decisión de dar comienzo al proceso de inserción (incluso ahora sin la excusa de no tener los recursos económicos), pero creo conveniente hacer algo de autocrítica y observar cómo se sitúa “el medio de la danza” frente a esta realidad.

 

 

Con esto en mente cabe preguntarse:

 

Qué es necesario para generar cambios en un proceso donde reiteradamente se ha desestimado a los agentes de la danza como interlocutores válidos (el ejercicio de la dignidad)

Cómo disminuir los distanciamientos entre el discurso ideológico y la acción artística (dimensiones éticas y estéticas de la danza)

Dónde radican las dificultades para aglutinar y generar movimientos efectivos a favor de una causa “justa” (resignificación del activismo y la militancia)

Cómo salvaguardar la esperanza y revalorizar la utopía (la insurgencia como práctica y postura amorosa)

 

 

Resumiendo: esta investigación toma como disparador una situación concreta (las dificultades para la inclusión de la danza como campo de saber en el ámbito universitario) para reflexionar acerca de las dimensiones políticas, éticas y estéticas de la danza en nuestro medio, los modos de lucha en general y los vínculos posibles entre ambas cuestiones.

El objetivo no es generar un análisis académico minucioso, sino una acción artística amorosa.

 

Algo imprescindible para reinventar la lucha: el deseo y el convencimiento de que la realidad puede ser transformada.

 

(Más acción colectiva y menos lobby?)

 

A MODO DE INTRODUCCIÓN: LA DIMENSIÓN ÉTICA EN LAS PRÁCTICAS DE DANZA O LA DANZA COMO HERRAMIENTA DE DIGNIFICACIÓN

 

Esta investigación en parte se sustenta en mi experiencia personal como creadora y docente y como partícipe del proceso de trabajo en pos de la inclusión de la danza en la UDELAR.

En el correr de los años he tomado contacto con realidades extremadamente diversas en relación a la danza: desde viajar con obras callejeras a pueblos perdidos del Uruguay a sorprenderme en medio de la élite de la danza contemporánea europea.

Artistas muy generosos me han permitido acceder a abordajes inclusivos de la danza, desde el trabajo en contextos de marginación social a la posibilidad de hacer despertar danzas maravillosas en personas sin ninguna experiencia.

El Plan Piloto de Danza Contemporánea, además de constituir la primera experiencia de formación en danza en el ámbito universitario, fue un espacio de integración e intercambio entre personas provenientes de distintas líneas de trabajo, hasta ese momento distantes.

Como docente he tenido la posibilidad de trabajar en liceos públicos con entornos socioculturales muy distintos: Bella Italia, El Cerro, Jacinto Vera, Malvín, Parque Rodó, Cordón, liceos con condiciones excepcionales para trabajar y liceos donde la batalla por espacios (físicos, institucionales, filosóficos, éticos) son cosa del día a día; pero en cada uno de ellos he podido contemplar transformaciones prodigiosas en los estudiantes a partir del conocimiento de sus cuerpos y sus posibilidades.

Las jornadas docentes del CES como espacio de intercambio también han sido un gran insumo para hacerse una idea de lo que anda sucediendo por todo el país.

También he sido testigo privilegiado de la influencia de las decisiones políticas en el desarrollo de prácticas artísticas no hegemónicas. Gran parte de las experiencias que hoy nutren mi discurso como artista se las debo a políticas institucionales de los gobiernos del Frente: es imposible pensar las posibilidades que se han abierto a la danza sin tener en cuenta las oportunidades brindadas por el Ministerio de Educación y Cultura con la creación de los Fondos, el INAE, experiencias como Plataforma y Punto de Encuentro, Iberescena, así como los apoyos del MRREE. Y si bien tengo grandes discrepancias con los modos de ejercer políticas culturales en el marco de la IMM, se han abierto a la danza espacios como el Subte, el Cabildo, la Zavala Muniz, con su consecuente apertura a nuevos públicos.

 

Todas estas percepciones configuran un panorama lleno de contrastes.

Y de este panorama,  lo que decanta en mi es la convicción de que la danza no puede pensarse como un conocimiento elitizado, sesgado y disponible para unos pocos cuerpos tecnificados, sino como un dispositivo dignificador, como herramienta para el pensamiento crítico, como instrumento posible para la igualdad social.

 

La inclusión de danza en la universidad es la última esperanza en este momento para generar políticas inclusivas respecto a estos saberes.

 

La gran pregunta: cómo se logra esto.

 

 

 

LA CUESTIÓN PRESENCIAL

 

El individualismo finalmente triunfa: no me muevo por lo que no me afecta directamente. Esa es la peor consecuencia del capitalismo.

Micropolítica, microresistencia, apuntar a las pequeñas acciones, a lo “local” para cambiar “lo global”. Mentira. Nos segmentamos. Perdemos fuerza.

Transamos con el capital, una vez, dos… siempre.

Aceptamos condiciones “transitorias” porque hacerlo bien “lleva mucho tiempo”.

Nos adaptamos a lógicas perversas, el fin justifica los medios?

Así vimos desvalorizar los términos utopía, activismo, protesta.

Cuales serían los “nuevos modos de lucha”?.

Infiltrarse en campo enemigo? No será que así el enemigo nos absorbe? Nos corrompe, nos contamina?

Luchar implica hacer un esfuerzo en contra del confort personal, individual.

Implica un desplazamiento.

Posteo en las redes que habrá una marcha, pero luego llueve, irán otros, me quedo en casa… a quién no le pasó?

Es que claro, no se pueden luchar todas las luchas.

Quizás el problema es ese: segmentamos las luchas.

En el fondo el problema es global. Es una lógica inmanente.

Somos objeto de políticas de la omisión y reproducimos estéticas de la exclusión.

Pero cómo aunar los esfuerzos? Cómo generar resonancias? Cómo apoyar todas las luchas en mi lucha?

Sí a las microacciones, pero hay que generar el encuentro presencial, empoderarse en el cuerpo a cuerpo.

Somos bichos biológicos, la información que da el gesto es imprescindible para la comunicación, no se sustituye por emoticones.

Nos está faltando el encuentro. El mano a mano. Una ética de la dignidad. Avanzar tejiendo vinculos con otras luchas. Refundar la esperanza. Ejercer lógicas aglutinantes frente a las estructuras disipativas.

Activismo y ficción, activismo y fricción.

Ficción, fricción y afecto, mucho afecto.

 

 

 

* Texto original con el que incié las invitaciones a principios de julio de 2015.

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