SINOPSIS

 

Orden como partitura, como protocolo a seguir, como disposición de tiempo. 

Orden no como control, sino como capacidad de relación.

 

El posible orden propone una mirada poética sobre las prácticas artísticas y quienes las llevan a cabo. Parte de un guión que toma como insumo el presente de los intérpretes, generando una matriz de relacionamientos que conjuga las realidades personales sobre un sustrato ficcional. 
Aborda la contingencia como potencia y la adaptabilidad como concepto y como metodología. Propone una dramaturgia del espectador que se construye en el hacer: como experiencia multisensorial o contemplación cinematográfica. En los instersticios entre lo planeado y lo coyuntural emerge lo hiper-doméstico y los roles de observador y observado oscilan sutilmente. En definitiva, se trata de una convivencia; un aglomerado idiorítmico, una agrupación humana que sigue ciertos comportamientos más o menos estereotipados. 
Todo transcurre en un espacio que subyace a la ciudad y al mismo tiempo la sostiene, donde los ciclos de la vida se vuelven artificio. Casi como un bunker. // MM 

 

Un grupo de performers realizan determinadas tareas del orden de lo simple y fundamental: cocinar, comer, dormir, amar, festejar. Conviven en escena atravesados por sus ocupaciones actuales, ser madre, bailarina, actriz, performer, músico, creador: toda nuestra existencia. 
Lo que acontece o aparece en escena adquiere un grado de literalidad que intensifica la materialidad. En principio objetos y acciones aparecen sin motivaciones lógicas que los envuelvan con un sentido previo, antes que metáforas o símbolos de otras realidades, son tal cual los vemos. El público se enfrenta a unas acciones y a un espacio en estado puro. 
La escena dispuesta como un paisaje. O como una película. 
Sin embargo a medida que se desarrollan las acciones se van desplegando una serie de espesores simultáneos que van construyendo una escamada y extraña realidad. 
Lo performático subyace detrás de las fracturas, de la anormalidad de lo aparentemente normal, de lo extraño oculto tras lo familiar. 
Ser uno mismo y al mismo tiempo otro. El público adquiere movilidad y se diluye entre los acontecimientos. Una fisura en la dimensión escénica dónde realidad y ficción juegan con los bordes y sus borramientos.// PM 

 

 

En 2011 el artista Élder Sereni (BR) decidió realizar parte de su tesis de maestría sobre el trabajo de LA CASA y en este contexto se lo invita a formar parte de una nueva creación de la compañia. Tras una residencia de 3 semanas en Montevideo la primera parte del proceso concluye con un ensayo abierto. La obra se reconfigura en 2012 sumando a Leticia Falkin y su hijo Milo en la escena y contando con la presencia virtual de Elder desde Brasil y Álvaro Esteban desde Canadá.